jueves, 22 de noviembre de 2012

Cartas de un Anónimo.

Y al cerrarse, de mi ojo cayó una lagrima, como una gota que anuncia una tormenta. No lloraba por conocimiento, ya que no sabia realmente lo que acababa de ocurrir. Lloraba por instinto, y aquella primera lágrima no dolió ni la mitad de las que sucederían.
Hoy, escribo con la satisfacción de contar tales hechos en verbos pasados. Escribo con el dolor que me produce saber que todo lo que escribo es verdad. Escribo una pequeña parte de lo que pienso. Escribo y sé que escribo para mi mismo, que ya nada importa.
De hecho, a veces me pregunto a mi mismo si alguna vez te importé. Pero al imaginar la respuesta negativa, dejo de pensar en esa posibilidad, ya que la herida que ahora sana poco a poco mientras escribo volvería a abrirse de mucho.
Y, mientra escribo, escucho nuestra canciones y entiendo cada vez un poco menos nada. Cuanto menos entiendo, más me doy cuenta de que estás lejos, no sólo fisicamente.
Poco a poco para de llover. Todo vuelve a ser como era antes de que llegaras e hicieras que el tiempo de mi habitación fuera tan irregular. "Las nubes se van, pero el Sol no regresa"

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